Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1887-1888
Sesión: 23 de junio de 1888
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Martínez Campos.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 140, 2895-2896.
Tema: Crisis ministerial.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Yo quisiera que el general Martínez Campos se convenciera de que lo que ha leído aquí, que no sé a quién atribuye, no era posible que fuese un hecho de ningún modo, porque la dimisión no la podía aceptar el Ministro de la Guerra. La dimisión del capitán general se acepta en Consejo de Ministros, y éste no se encontraba reunido para aceptarla; de manera que no podía estar de antemano acordado que se aceptara la dimisión de S.S. No había quine lo acordara, y es más, por la misma sucesión de los hechos, resulta que eso no podía ser, porque si hubiera estado aceptada ya la dimisión de S.S., aceptada en el ánimo del Presidente del Consejo de Ministros y del Ministro de la Guerra, ¿a qué mis telegramas, a qué mis cartas, a qué todos los demás pasos dados para evitar que eso pudiera suceder?

Por lo demás, comprenda S.S. que el Ministro de la Guerra habrá podido equivocarse o acertar; pero el Ministro de la Guerra obraba como jefe del ejército, y él podía considerar que la dimisión que S.S. hacía no estaba ajustada a los términos que marcan las Ordenanzas, porque yo recuerdo, entre otras cosas, que hay una Real orden, de no hace mucho tiempo, que castiga a los militares de alta graduación por hacer dimisión del cargo, si no está fundada en razones de salud, y S.S. no la fundaba en eso. De manera que el Ministro de la guerra creía por de pronto que faltaba S.S. a las Ordenanzas y Reales disposiciones, y eso lo consideraba el Ministro gravísimo, precisamente por la alta jerarquía de S.S. en el ejército.

Pues bien; el Ministro de la Guerra planteaba la cuestión en el último Consejo, y decía: ?no puedo con estas cosas, yo no espero ya más; esta dimisión debe el Gobierno aceptarla en el acto, y es lo menos que puedo hacer, porque si no se trata del general Martínez Campos, digno de toda mi atención por sus antecedentes, por su historia, por sus relevantes prendas, por su prestigio, por sus muchos servicios, por su amistad, con que me honro, y por la gratitud que le tengo, yo llevaría la dimisión al fiscal para que le procesara?.

Y como yo no quería asperezas, ¿qué había de hacer más que lo que hice?

Pero en fin, de todas maneras comprenderá el señor Martínez Campos que yo no puedo aceptar que al que ha sido compañero mío y Ministro de la Guerra se le califique de Ministro de los conflictos. No; el señor Cassola, se lo he oído decir a S.S. muchas veces, es un gran Ministro.

Yo he dicho en el otro Cuerpo Colegislador, y lo repito aquí, que, en efecto, según mi leal saber y entender, en lo que he comprendido, en lo que he visto en el Sr. Ministro de la Guerra, sentado en su bufete podrá haber alguno que le iguale, pero no quien le aventaje, y esa misma indicación se la he oído, repito, a S.S. muchas veces. Pues bien, un Ministro que tiene estas condiciones; un Ministro que reúne estas cualidades; un Ministro que tiene estas aptitudes, no podrá ser nunca Ministro de conflictos. Podrá haber estado más o menos acertado, que esto [2895] ahora yo no lo discuto, y si se discutiera yo también le defendería, pero nunca puede merecer a nadie calificativos como ése. Tampoco por las reformas se le podía aplicar, porque después de todo no hay ningún general que no haya presentado alguna de ellas. Si sus planes encontraron oposición, puede esto fundarse en la misma acumulación de las reformas, quizá en la manera de presentarlas; pero eso es opinable, y en último resultado, no merece por ello ni mucho menos que se le llame Ministro de conflictos. Yo creo que es un buen Ministro, celoso del ejército, amante de la disciplina, quizá con demasiado rigor, y por eso tal vez a algunos les moleste la creencia de que en algunos casos lleva aquél a la exageración.

Pero ¡ah, señores! bien merece y necesita el ejército español esa exageración respecto a la disciplina militar cuando tantas veces ha sido la disciplina militar un poco relajada. [2896]



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